Fonética y fonología son ramas de la Lingüística General encargadas de
estudiar los sonidos de una lengua.
La fonética los estudia describiendo sus diferencias articulatorias o
acústicas mientras que la fonología se encarga de estudiar los fonemas de dicha
lengua. Siendo fonemas cada uno de los modelos ideales de los sonidos que
pronunciamos, que al oponerse o diferenciarse entre sí, sirven para formar o
distinguir signos lingüísticos. Así que la fonética es la que abarca un campo
mayor de actuación que el de la fonología.
En la primera hay una base meramente acústica, mientras que en la segunda
se tiende a considerar el imagen mental de lo que percibimos.
El sistema fonológico español está formado por los 24 fonemas que componen
la lengua castellana. Los sonidos del habla serían realizaciones concretas de
estos fonemas. El sistema para identificar fonemas consiste en sustituir uno de
ellos por otro en idéntico contexto. Si esta situación da lugar a palabras con
significado distinto estamos ante dos fonemas diferentes.
Cada fonema se define por una serie de rasgos comunes (redundantes) propios
que lo hace distinto de los demás. Sin embargo, lo que permite diferenciar unos
fonemas de otros son los rasgos pertinentes (exclusivos).
Por los rasgos redundantes [p] [b] son labiales. Por al menos un rasgo
exclusivo que le diferencia de otros fonemas, [p] es sorda y [b] es sonora.
De este modo se establecen las llamadas “oposiciones fonológicas” que
caracterizan el sistema de la lengua. Entre éstas se destacan las oposiciones
neutralizables (neutralización).
En castellano sólo existen cinco vocales: i (inicial cerrada), u (final
cerrada), e (media inicial central), o (media final central) y a (central
abierta). Las vocales /a/, /e/, y /o/ son las llamadas vocales fuertes o
abiertas, mientras que las vocales /i/ y /u/ son llamadas vocales débiles o
cerradas..
Cuanto a eso, dice Alfredo Maceira Rodrigues:
El cuadro de las vocales en portugués. En portugués hay vocales
orales y nasales. La vía oral [o] y [e] en
posición tónica, que pueden ser abiertas o
cerradas. Estrictamente se clasifica en abierta solamente
la [a], la más baja de las vocales. La [i] y la [u] fonemas
vocálicos y altos, la [e], la [o] [, además de la
realización de una [a] cerrada, más común en el cuadro:
Portugal. Por lo tanto, en el portugués de Brasil existen
7 vocales orales
y cinco vocales nasales. Total: 12 fonemas
vocálicos en posición tónica. En posición átona no existen
vocales abiertas y posición átona final, el cuadro de
las vocales en portugués, se reduce a tres fonemas vocálicos:
a, i y u porque la e y la o cerradas
quedan reducidas respectivamente a la a, la i y la
u: la piel['peli], dedo ['dedu].
El cuadro vocálico español es muy simple. Consta de sólo
cinco fonemas: No hay en español
vocales abiertas con distinción fonológica, aunque
foneticamente haya realizaciones con
mayor o menor apertura vocálica. Los fonemas vocálicos abiertos vienen
desde el latín vulgar – se mantuvieron en portugués, pero se
convirtieron en diptongos en
español: Petra>piedra (esp) piedra;
forte> forte(esp) Fuerte. El mismo cuadro vocálico se mantiene en posición
átona, pues no hay elevación vocálica ni siquiera en la posición
final: leche [´letfe], dedo [´dedo]. La 'nasalización' de las
vocales tampoco se produce en español sino por el valor fonológico.
Al encuentro de una vocal débil y una fuerte en una sola sílaba formando
una sola vocal llamamos diptongo. Los triptongos se forman cuando hay tres
vocales juntas y siempre que la primera y la tercera sean débiles y la segunda
sea fuerte.
Se llama hiato al encuentro de vocales sin formar diptongo o triptongo.
También se forma hiato cuando, en un diptongo, el acento tónico cae en la vocal
débil. En estos casos, el diptongo se deshace y se transforma en hiato.
Cuanto a la estructura verbal, el verbo español cuenta con morfemas (la
menor unidad gramatical que se pode identificar) que le permiten expresar siete
conceptos (o accidentes) gramaticales diferentes: el tema, la voz, el modo, el
aspecto, el tiempo, la persona y el número.
Así como en portugués, la lengua española comparte los mismos aspectos
gramaticales: el tema (es la vocal que
define el infinitivo), la voz (activa o pasiva); el modo (indicativo,
subjuntivo y imperativo), el tiempo (presente, pasado y futuro), la persona (1ª
persona – el hablante, la persona que habla;
2ª persona - el receptor, la persona para quien se habla y 3ª persona –
el objeto, la persona o cosa de quien se habla) y el numero (singular o
plural). De los siete accidentes, sólo uno – el aspecto – no se asemeja al
portugués.
En lingüística, el aspecto gramatical es la propiedad que expresa
el desarrollo interno de una acción verbal. Se trata de una categoría
gramatical que expresa si el verbo ha concluido o no al momento de la
enunciación.
Es importante
diferenciar entre el aspecto gramatical y el tiempo. Éste señala el
momento que ocurre algo en relación a
todo lo demás. El aspecto, en cambio, es el tiempo interno de la acción, la
fase de desarrollo o la modificación de la misma.
Por lo que es el aspecto gramatical, en el español hablado en Sudamérica no
se utiliza muy a menudo, por ejemplo, el pretérito perfecto compuesto (Hoy me
he despertado tarde). Dan preferencia de uso al pretérito indefinido incluso
para describir acciones recientes en el tiempo (Hoy me desperté tarde).
Por lo tanto, al aprender un nuevo idioma – una segunda lengua (L2) – se
nos deparamos con fonemas inexistentes
en el idioma materno (L1), lo que hace con que uno se obligue a aprender a
articular algunos sonidos totalmente nuevos.
Los conocimientos de fonética pueden ayudar en este punto. Por ejemplo, el
conocimiento exacto del punto de articulación del fonema /θ/, en español (zapato), ayudará a un hablante que
tenga el portugués como L1 a pronunciarlo correctamente.
Tradicionalmente, la enseñanza de idiomas no ha tomado en consideración
estos dos aspectos inherentes a cada lengua. En efecto, cada lengua suele tener
sus propios patrones de entonación, que varían de idioma a idioma.
Una vez establecido el punto de articulación de cada fonema, este
conocimiento se puede aplicar a la enseñanza de la correcta articulación de
éstos. Así, se puede enseñar la correcta articulación de los fonemas vibrantes
a las personas que no pueden articularlos al hablar. Igualmente, se pueden
tratar diversas disyunciones del habla provocadas por enfermedades físicas o
mentales.
Sin embargo, el español y el portugués, aunque teniendo un núcleo
común una lengua románica, difieren en todos sus aspectos, desde el
fonético-fonológico al léxico, sin olvidar algunas diferencias
morfológicas y sintácticas. No hay duda de que para una comprensión sencilla,
especialmente el idioma escrito, la similitud puede ayudar, empero, con el
objeto de aprendizaje como L2, la facilidad puede que sea más
aparente que real.
La adquisición de un lenguaje similar al estudio de la
lengua y requiere mucha dedicación, como cualquier otro idioma
extranjero dado que el conocimiento en profundidad de la lengua y su correcta expresión escrita
facilita la comunicación.