terça-feira, 29 de janeiro de 2013

Fonética y Fonología Española

Fonética y fonología son ramas de la Lingüística General encargadas de estudiar los sonidos de una lengua.
La fonética los estudia describiendo sus diferencias articulatorias o acústicas mientras que la fonología se encarga de estudiar los fonemas de dicha lengua. Siendo fonemas cada uno de los modelos ideales de los sonidos que pronunciamos, que al oponerse o diferenciarse entre sí, sirven para formar o distinguir signos lingüísticos. Así que la fonética es la que abarca un campo mayor de actuación que el de la fonología.
En la primera hay una base meramente acústica, mientras que en la segunda se tiende a considerar el imagen mental de lo que percibimos.
El sistema fonológico español está formado por los 24 fonemas que componen la lengua castellana. Los sonidos del habla serían realizaciones concretas de estos fonemas. El sistema para identificar fonemas consiste en sustituir uno de ellos por otro en idéntico contexto. Si esta situación da lugar a palabras con significado distinto estamos ante dos fonemas diferentes.
Cada fonema se define por una serie de rasgos comunes (redundantes) propios que lo hace distinto de los demás. Sin embargo, lo que permite diferenciar unos fonemas de otros son los rasgos pertinentes (exclusivos). 
Por los rasgos redundantes [p] [b] son labiales. Por al menos un rasgo exclusivo que le diferencia de otros fonemas, [p] es sorda y [b] es sonora.
De este modo se establecen las llamadas “oposiciones fonológicas” que caracterizan el sistema de la lengua. Entre éstas se destacan las oposiciones neutralizables (neutralización).
En castellano sólo existen cinco vocales: i (inicial cerrada), u (final cerrada), e (media inicial central), o (media final central) y a (central abierta). Las vocales /a/, /e/, y /o/ son las llamadas vocales fuertes o abiertas, mientras que las vocales /i/ y /u/ son llamadas vocales débiles o cerradas..
Cuanto a eso, dice Alfredo Maceira Rodrigues:
El cuadro de las vocales en portugués. En portugués hay vocales orales y nasales. La vía oral [o] y [e] en posición tónica, que pueden ser abiertas o cerradas. Estrictamente se clasifica en abierta solamente la [a], la más baja de las vocales. La [i] y la [u] fonemas vocálicos y altos, la [e], la [o] [, además de  la realización de una [a] cerrada, más común en el cuadro:  Portugal. Por lo tanto, en el portugués de Brasil existen 7 vocales orales  y cinco vocales nasales. Total: 12 fonemas vocálicos en posición tónica. En posición átona no existen  vocales abiertas y posición átona final, el cuadro de las vocales en portugués, se reduce a tres fonemas vocálicos: a, i y u porque la e y la o cerradas  quedan reducidas respectivamente a la a, la i y la u: la piel['peli], dedo ['dedu].

El cuadro vocálico español es muy simple. Consta de sólo cinco fonemas: No hay en español  vocales abiertas con distinción  fonológica, aunque foneticamente haya  realizaciones con mayor o menor apertura vocálica. Los fonemas vocálicos abiertos vienen desde el latín vulgar – se mantuvieron  en portugués, pero se convirtieron en diptongos en  español: Petra>piedra (esp) piedra; forte> forte(esp) Fuerte. El  mismo cuadro  vocálico se mantiene en posición átona, pues no hay elevación vocálica ni siquiera en la posición final: leche [´letfe], dedo [´dedo]. La 'nasalización' de las vocales tampoco se produce en español sino por el valor fonológico. 

Al encuentro de una vocal débil y una fuerte en una sola sílaba formando una sola vocal llamamos diptongo. Los triptongos se forman cuando hay tres vocales juntas y siempre que la primera y la tercera sean débiles y la segunda sea fuerte.
Se llama hiato al encuentro de vocales sin formar diptongo o triptongo. También se forma hiato cuando, en un diptongo, el acento tónico cae en la vocal débil. En estos casos, el diptongo se deshace y se transforma en hiato.
Cuanto a la estructura verbal, el verbo español cuenta con morfemas (la menor unidad gramatical que se pode identificar) que le permiten expresar siete conceptos (o accidentes) gramaticales diferentes: el tema, la voz, el modo, el aspecto, el tiempo, la persona y el número.
Así como en portugués, la lengua española comparte los mismos aspectos gramaticales:  el tema (es la vocal que define el infinitivo), la voz (activa o pasiva); el modo (indicativo, subjuntivo y imperativo), el tiempo (presente, pasado y futuro), la persona (1ª persona – el hablante, la persona que habla;  2ª persona - el receptor, la persona para quien se habla y 3ª persona – el objeto, la persona o cosa de quien se habla) y el numero (singular o plural). De los siete accidentes, sólo uno – el aspecto – no se asemeja al portugués.
En lingüística, el aspecto gramatical es la propiedad que expresa el desarrollo interno de una acción verbal. Se trata de una categoría gramatical que expresa si el verbo ha concluido o no al momento de la enunciación.
Es importante diferenciar entre el aspecto gramatical y el tiempo. Éste señala el momento  que ocurre algo en relación a todo lo demás. El aspecto, en cambio, es el tiempo interno de la acción, la fase de desarrollo o la modificación de la misma.
Por lo que es el aspecto gramatical, en el español hablado en Sudamérica no se utiliza muy a menudo, por ejemplo, el pretérito perfecto compuesto (Hoy me he despertado tarde). Dan preferencia de uso al pretérito indefinido incluso para describir acciones recientes en el tiempo (Hoy me desperté tarde).
Por lo tanto, al aprender un nuevo idioma – una segunda lengua (L2) – se nos deparamos  con fonemas inexistentes en el idioma materno (L1), lo que hace con que uno se obligue a aprender a articular algunos sonidos totalmente nuevos.
Los conocimientos de fonética pueden ayudar en este punto. Por ejemplo, el conocimiento exacto del punto de articulación del fonema /θ/, en español (zapato), ayudará a un hablante que tenga el portugués como L1 a pronunciarlo correctamente.
Tradicionalmente, la enseñanza de idiomas no ha tomado en consideración estos dos aspectos inherentes a cada lengua. En efecto, cada lengua suele tener sus propios patrones de entonación, que varían de idioma a idioma.
Una vez establecido el punto de articulación de cada fonema, este conocimiento se puede aplicar a la enseñanza de la correcta articulación de éstos. Así, se puede enseñar la correcta articulación de los fonemas vibrantes a las personas que no pueden articularlos al hablar. Igualmente, se pueden tratar diversas disyunciones del habla provocadas por enfermedades físicas o mentales.
Sin embargo, el español y el portugués, aunque teniendo un núcleo común una lengua románica, difieren en todos sus aspectos, desde el fonético-fonológico al léxico, sin olvidar algunas diferencias morfológicas y sintácticas. No hay duda de que para una comprensión sencilla, especialmente el idioma escrito, la similitud puede ayudar, empero, con el objeto de aprendizaje como L2, la facilidad puede que sea más aparente que real. 
La adquisición de un lenguaje similar al estudio de la lengua y requiere mucha dedicación, como cualquier otro idioma extranjero dado que el conocimiento en profundidad de la lengua y su correcta expresión escrita facilita la comunicación.

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